Compre la felicidad ahora que está de oferta

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Escuela de Salud
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Compre la felicidad ahora que está de oferta

Mensaje por Escuela de Salud »

El presente es la prolongación de nuestras buenas o malas decisiones en el pasado y, dependiendo de las cosas que hagamos hoy, nuestro futuro será más o menos dichoso. O sea, si quieres ser feliz el mes que viene, no hagas las cosas mal o tomes decisiones inmorales esta semana.

Mucha gente cree que el Karma o la ley de causa y efecto hace que las obras buenas o malas que haces en esta vida influyan en tu sufrimiento o felicidad en la vida siguiente. Yo comprendo a los que tienen esa creencia: como la mayor parte de lo que hacen, saben interiormente que es inmoral, se consuelan creyendo que no les van a pasar la factura hasta la siguiente vida. Desgraciadamente para ellos, las leyes universales no facturan a un plazo tan largo.

Hay otros que creen que, aunque hayan cometido actos inmorales, se pueden confesar y todo queda borrado, lo cual es un chollo, pues una vez que les han vaciado el depósito de los pecados, lo pueden llenar de nuevo a la semana siguiente y volver a confesarse el domingo. Sería muy bonito, pero la naturaleza tampoco acepta este tipo de cambalaches.

La desagradable realidad es que cada causa lleva adosado su efecto de forma inseparable. La causa y el efecto no son dos acciones separadas. La ejecución de la causa desencadena el efecto de forma irreversible. Como las consecuencias del efecto no se perciben de forma inmediata, sino que se realizan en el futuro, da la sensación de que las dos acciones están separadas, pero están indisolublemente juntas. Aunque las consecuencias de una acción ocurran en el futuro, nadie puede impedir que ocurran, pues una vez desencadenadas el efecto es irreversible. No hay que esperar a la otra vida, y la confesión no detiene las consecuencias.

Ejemplo: si alguien se bebe un litro de licor, mañana tendrá resaca. No la tendrá en la próxima vida, la tendrá mañana. Aunque se confiese y sea absuelto de ser un borrachín, el cura no podrá evitar la resaca. Aunque sea millonario y sea amigo del presidente, no podrá comprar nada que le evite la resaca, ni las influencias políticas del presidente le quitarán la resaca. La resaca está pegada como una lapa a la botella de licor, y no hay truco de magia que las separe.

Como Epicuro comprendió bien este asunto, resumió el tema con una sencilla frase: “no se puede ser feliz sin ser honesto, ni se puede ser honesto sin ser feliz”. O sea, los que quieran ser felices no tienen más narices que ser honestos. No pierdan el tiempo buscando trucos o atajos, no los hay.

Esta entrada está escrita para ayudar a los que decidan comprar su felicidad, y estén dispuestos a abonar su valor pagando con la moneda universal de la honestidad. Al principio el precio parece algo caro, pero cuando recibes el artículo comprendes que te ha salido muy barato, pues la calidad es insuperable.

Para ser feliz las 28 horas del día hay que tener en cuenta algunas cosas importantes que no enseñan ni en la tele, ni en la escuela, ni en la iglesia, ni en la cátedra de filosofía.

Vamos a repasarlas:

1 – Para que la cosa funcione hay que tener un índice de prioridades. Es muy importante valorar adecuadamente cada cosa o cada situación. Si hay un incendio, primero hay que salvar al niño y luego el dinero. Parece una obviedad, pero hay gente que se descuelga por un balcón para coger un billete de 20 euros que se le ha volado.

En cada decisión que se tenga que tomar, habrá que valorar el riesgo de las diferentes opciones y elegir de forma acertada.

2 – Es conveniente haber integrado una escala de valores humanos, no como un programa de usuario, sino como sistema operativo. De esa manera, las opciones inmorales se rechazarán sin haberlas analizado siquiera.

3 – Todos saben perfectamente las cosas que están bien y las que están mal. Pero todos buscan incansablemente alguna “autoridad competente”, (legislativa, policial, judicial o religiosa), que les autorice a hacer cosas que saben que están rematadamente mal, pero que quieren hacerlas porque les gustan. Bien, pues tienen que dejar de buscar excusas para hacer el mal, y apechugar siendo honestos.

4 – Hay que conocer los defectos de los demás mejor que se los conocen ellos mismos, y los defectos propios mejor que nos los conocen los demás. Todos hablan de vencer los defectos propios, de eliminarlos, de derrotarlos. Todo eso son tonterías. Nadie puede eliminar sus defectos, pero sí que puede comprender que las consecuencias de usarlos no le convienen.

Los defectos no se pueden disciplinar ni controlar. Sólo hay una manera de librarse de las tretas de la propia mente, que son la causa de la mayor parte del sufrimiento humano. La comprensión de que, cada vez que caes en la tentación de dejarte llevar por alguno de tus defectos, el precio a pagar siempre es más caro que el producto que se consigue a cambio.

La disciplina y el autocontrol castran la creatividad, embotan la mente, bloquean la inspiración. La disciplina es el cultivo de la resistencia, y donde hay resistencia no hay comprensión. Estas cosas pueden ser útiles para enderezar los pasos de un niño que todavía no razona, pero no para que un adulto acceda al estado de Unitotalidad: estado indivisible en el que los conocimientos y los defectos se funden en el crisol de la comprensión y destilan una conducta que no se contradice a sí misma ni produce fricción.

A ese estado de Unitotalidad se le ha etiquetado con varios nombre a lo largo de la historia: Estado de gracia, Bienaventuranza atemporal, Iluminación, Tao, Samadi, Comunión con el todo, Muerte del Yo, etc. La mayoría creen que a ese estado se llega con una vida monacal de aislamiento y meditación, pero por ese camino sólo se consigue un burdo sucedáneo.

El estado de Unitotalidad original adviene cuando hay autoconocimiento; cuando alguien es capaz de reconocer y comprender imparcialmente su mezcla de virtudes, defectos y conocimientos como un conjunto indivisible e inseparable; cuando acepta LO QUE ES, sin juzgar ni comparar; cuando sabe que la realidad es inmutable y nunca cambiará aunque intente engañarse a sí mismo, y que su única posibilidad es aceptarla como es, con todas sus consecuencias; cuando la vivencia del proceso unitario total libera la mente de su fragmentación y del conflicto entre las partes; cuando el proceso integral de la mente es vivenciado y comprendido, no por segmentos, sino en su totalidad.

Como se ha dicho antes, la meditación no sirve para conocerse a sí mismo: no se puede comprender totalmente la ira sentado apaciblemente en la posición del loto. Para comprender de verdad la ira con su extraña desesperación y el poso de resentimiento que deja cuando se decanta por el tiempo, debe vivirse en silenciosa y alerta percepción. No puede ser eliminada por la voluntad, pues la voluntad es parte de ella misma.

Para que se entienda cómo hay que actuar en cada circunstancia, vamos a descender a cuestiones prácticas: supongamos que hay una academia en Madrid que me paga 150 euros por dar una charla un día de cada semana. No me pueden pagar más dinero ni les interesa hacer esa actividad más días. Mientras pueda conseguir billetes de ida y vuelta desde mi casa por menos de 75-100 euros, es posible que me convenga hacerlo, suponiendo que quiera obtener unos ingresos. Pero el día que el trayecto me cueste cerca de 150 euros, esa actividad dejará de interesarme y cancelaré las charlas.

Con los defectos que tengo debo de actuar con el mismo proceder. Cuando los resultados de aplicar mis defectos sean negativos para mi salud, mi bolsillo, mi integridad física o para la convivencia con los demás, sencillamente debo dejar de aplicarlos. No tengo que matarlos, no tengo que vencerlos, no tengo que controlarlos ni disciplinarme para no caer en su trampa. Sencillamente, tengo que dejar de usarlos porque he COMPRENDIDO que no me conviene, porque las consecuencias de su uso me perjudican.

No prescindo de mis defectos porque son inmorales (aunque casi siempre lo sean). No he dejado de usarlos porque son pecados. No los he arrinconado para ganar el cielo. Tampoco lo he hecho para obtener prestigio social o aparentar que soy buena persona. Ya no los uso porque, después de COMPRENDER que no me convienen, tendría que ser muy tonto para hacer algo que me perjudica. Si siguiera comportándome de manera tan infantil e irreflexiva como para caer una y otra vez en esa trampa, me avergonzaría de mí mismo. Sería una falta de respeto para conmigo mismo y un atentado grave a mi dignidad.

Hay que distinguir entre soberbia y dignidad. La soberbia es un defecto y la dignidad es una virtud. La dignidad se basa en la honestidad y en el respeto por uno mismo. Si alguien no se respeta a sí mismo, ni puede respetar a los demás, ni puede pedir que lo respeten.

La comprensión de los defectos es un tema binario igual que el embarazo. O se está embarazada o no, no hay término medio. Con los defectos pasa lo mismo. O se ha comprendido que son perjudiciales o no se ha comprendido. Como bien decía Krishnamurti, no hay camino, el primer paso es el último.

Esa frase clásica “tengo que trabajar mis defectos para ser cada día mejor” es una tontería. Solo hay dos posibilidades: si has comprendido que no te convienen, el trabajo ha terminado. Y, si no lo has comprendido, es que eres tonto, porque las consecuencias están a la vista. A no ser que seas masoquista y te guste sufrir. Yo respeto a los masoquistas, cada persona está en su derecho de amargarse su vida como mejor le plazca, siempre que no intenten amargarme la mía.

Pongamos unos ejemplos para ir acostumbrando a los parroquianos a vivir sin recurrir a sus defectos:

EJEMPLO 1

Va uno por la calle tranquilamente y alguien empieza a insultarle. Ante esa situación la gente suele reaccionar de dos maneras.

a) Se enfadan y se ofenden por los insultos injustificados, se ponen a insultar gritando más fuerte, y si el otro replica, se llega a la agresión.

b) En el caso de personas creyentes o espirituales, se enfadan y se ofenden, pero han aprendido a controlar su ira. Procuran dialogar sin insultar, y aunque el otro siga con sus trece, le perdonan la ofensa porque son pacifistas.

Yo propongo la c) Cuando alguien te insulta, se le mira con una sonrisa franca en los labios y se le dice lo siguiente: comprendo perfectamente su postura, pero el tema del cual me habla no me incumbe. Le deseo que pase usted un feliz día como pienso pasarlo yo.

Está claro que el caso a) no conviene. Ponerse a insultar y gritar segrega adrenalina que es un potente veneno. Si se llega a la agresión, los inconvenientes pueden ser más graves todavía.

El caso b) reacciona mejor, pero tarde. Como se ha disgustado por la ofensa, puesto que cree que no lo merece, ha envenenado su sangre igual que el caso a). Como ha controlado su ira por sus creencias, pero sabiendo al otro culpable, eso ha creado rencor que también tendrá que ser controlado y escondido. Ha apaciguado el conflicto, pero saliendo muy perjudicado.

El caso c) no se enfada ni se ofende, pues ha comprendido hace mucho tiempo que hay mucho loco suelto, pero que si sabes manejar el asunto no son peligrosos. El c) se ha levantado con la sana intención de vivir feliz e intensamente ese día irrepetible, disfrutando hasta la última gota de dicha experiencia. El c) también ha comprendido que, si tuviera que alterar sus planes cada vez que se cruza con un loco, se caga un pajarito en su coche o sale nublado, hubiera sido desdichado seis días y medio a la semana.

Por tanto, no dejarse arrastrar por el orgullo de sentirse ofendido, la soberbia de considerarlo una injusticia, la ira de defender su honor y el rencor de no haberlo conseguido, son el único camino para tener un día feliz y poder disfrutar el espectáculo de ver anidar los pajaritos en los árboles.

EJEMPLO 2

Las autoridades sanitarias dicen que todas las mujeres deben hacerse una mamografía todos los años.

Cuando le hacen la prueba le diagnostican un tumor cancerígeno. Ante esa situación, veamos las diferentes respuestas:

a) La a) tiene miedo, es ignorante, tiene prisa y tiene pereza para informarse si lo que le han dicho es correcto. Se pone en manos del primero que le asusta, y se somete a la cirugía, quimio y cualquier otra salvajada que le receten.

b) La b) tiene miedo y se opera, pero se informa y decide no chutarse quimioterapia, porque no hay ningún estudio que demuestre que alguna vez ha curado un cáncer.

La c) no ha ido nunca a hacerse mamografías y, por tanto, nadie ha tenido la ocasión de decirle que tiene cáncer. Sabe que la radiación de las mamografías es mala, y también sabe que haciendo una dieta alcalina no puede morir por un cáncer. No ha pasado el susto del diagnóstico, ni el sufrimiento de la amputación, ni ha envenenado su cuerpo con venenos potentes. Durante los días que la a) y la b) han pasado horribles sufrimientos físicos y mentales, la c) se lo ha pasado bomba viendo cómo sus hijos daban de comer a los patos en el estanque.

EJEMPLO 3

Cuando alguien es introducido en un nuevo círculo de amigos, conocidos, compañeros de trabajo o asociación laboral o recreativa, lo primero que le suelen ofrecer como bienvenida es alguna droga legal o ilegal. A los borrachos no les gusta beber solos, y los usuarios del resto de drogas quieren dejar patente su consumo como demostración de su pertenencia a una élite de una casta superior.

El consumo de sustancias, cuanto más peligrosas, caras y exóticas mejor, es puesto de manifiesto delante de los neófitos como un alarde de clase, mundología y persona experimentada.

Veamos cómo responden nuestros tres sujetos habituales:

a) El recién llegado es un individuo que le gustaría pertenecer a esos grupos selectos de amigos que salen en las series de la tele. Como él como persona sabe que no tiene mucho que ofrecer ni nada de lo que enorgullecerse, piensa que si fuera aceptado en ese grupo como uno más, podría presumir de unas amistades de alto nivel.

Nunca había probado esas drogas ni había tenido interés en ellas, pero si esta gente tan refinada las usa, seguro que su consumo aporta unas cualidades y ventajas muy interesantes, de otra manera, este grupo que está a la última no las consumiría, teniendo en cuenta el caro precio que hay que pagar.

Al miedo de no ser aceptado si rechaza las drogas, se une la soberbia de poder presumir su pertenencia a un grupo tan exquisito. La pereza le impide informarse de los peligros de dichas drogas, y su ignorancia le empuja a demostrar al grupo que, no sólo va a consumir lo mismo que los demás, sino que es tan “valiente”, que lo va a hacer en unas cantidades que los demás no se atreven a igualar.

Como no dispone de medios económicos para sufragarse dicho consumo, se verá obligado al tráfico al por menor para financiar sus vicios. Pero hacer todo eso sin presumir de ello es insoportable, pues su único motivo para hacer todas esas imbecilidades era ser admirado por los demás como un tío muy guay. Se le va la mano contando sus hazañas en las redes sociales y acaba en la cárcel.

b) Este sujeto empieza la trayectoria igual que el a), pero cuando se da cuenta que dichas sustancias lo han esclavizado y ya no es dueño de sus actos, pues el mono le obliga a hacer cosas inmorales e indignas, decide dejarlo y salir del pozo.

Las pasa canutas para desengancharse, y aunque después de mucho sufrimiento logra quitarse de esa droga, sigue consumiendo otras drogas legales. Ha logrado salir del infierno, pero su vida transitará por un valle de lágrimas sin casi posibilidades de alcanzar el paraíso durante toda su vida.

c) Cuando a este individuo le proponen el consumo de sustancias estupefacientes, responde de la siguiente manera:

Lo que me propone usted es un muy mal negocio. No estoy despreciando su ofrecimiento, sólo trato de que vea que lo que me propone sólo me aporta muchas y grandes desventajas.

Se las voy a enumerar para que entienda que no hay un rechazo a su persona, sino que declino su ofrecimiento por muchas y bien fundamentadas razones.

1 – Si me dice que con el consumo de esta droga siente un estado de paz y felicidad indescriptible, no tengo motivo para consumirla, pues yo ya me encuentro en ese estado las 24 horas del día, y conseguirlo no me ha costado un sólo euro. Tengo la ventaja añadida de no sufrir nunca el mono ni ningún efecto secundario, ni tener que transitar por lugares peligrosos para conseguir la dosis del día.

2 – Si el motivo de su consumo es para conseguir una lucidez y agilidad mental mayor de la que tiene, siento decirle que cualquier droga es un camino equivocado para alcanzar ese objetivo. Para que lo entienda le pondré un ejemplo: imagine que usted vive en la actualidad en una cueva oscura con la única luz de una vela, y quiere conseguir una mayor iluminación. Le dicen que con el uso de esa droga conseguirá encender una bombilla de poca potencia, pero nadie le cuenta el grave inconveniente que supone encender esa bombilla. Resulta que, al encender dicha bombilla, se queman los circuitos de apertura de la puerta de la cueva, y se quedará encerrado para siempre en esa cueva sin poder ver jamás la luz del sol. Yo encontré hace tiempo la puerta de la cueva, y actualmente dispongo de luz solar todas las horas del día, por ello ya no estoy interesado ni en la vela ni en la pequeña bombilla.

3 – Si lo que intenta con el consumo de la droga es evadir la realidad, porque la vida le resulta insoportable, y quiere anular la memoria y perder la consciencia para estar un rato en paz, tampoco me interesa. A mi me gustan las cosas que ocurren, disfruto de la vida y me río mucho con el telediario. Pienso que el mundo es el mejor posible, teniendo en cuenta que el 99% de la población son profundamente inmorales, pero cuando le pillas el tranquillo te lo pasas bomba. Además, vamos a asistir al mayor cambio en la historia de la humanidad, y no me perdería tan magno espectáculo por nada del mundo.

4 – Si toma la droga por su poder alucinógeno para poder experimentar mundos de fantasía, quiero recordarle que la realidad siempre supera a la ficción. En un mundo en el que todos viven como verdadera una fantasía irreal creada por el estado de bienestar y el pensamiento políticamente correcto, ver la realidad que se esconde detrás de las bambalinas con todas sus oscuras y perversas implicaciones es para flipar en colores. Es como esnifar Cola Cao subido a un trapecio del circo.

5 – Si el motivo del consumo de la droga es para alcanzar un desarrollo espiritual, contactar con seres superiores o tener acceso a conocimientos ocultos, tampoco me interesa. No tengo ninguna ambición de llegar a ser sabio, santo, iluminado, contactado o apoderado de Dios. Esos juegos infantiles resultan ridículos en la persona de un adulto. Respecto a los conocimientos necesarios para vivir feliz y con plenitud, están a la vista de todos, la prueba es que los gorriones y las lagartijas viven de maravilla sin haberse drogado nunca ni pisar una biblioteca.

Animo a los lectores que propongan más ejemplos en los comentarios. Si se consigue comprar la felicidad, cualquier esfuerzo que se haga habrá merecido la pena.
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