Los graves riesgos de dejar de usar (o usar mal) la inteligencia, el razonamiento lógico y el sentido común

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Escuela de Salud
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Los graves riesgos de dejar de usar (o usar mal) la inteligencia, el razonamiento lógico y el sentido común

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La gente inteligente que conozco no se comporta inteligentemente todo el tiempo ni razona correctamente sobre todos los temas. Se podría decir que se comportan inteligentemente en ciertas parcelas de la vida, pero dejan de razonar con coherencia sobre ciertos temas. Hay muchos y diferentes motivos para este comportamiento, pero cuando se deja de utilizar la inteligencia, se asumen riesgos y, algunos de ellos pueden traer consecuencias graves.

Realmente no se necesita mucha inteligencia para disfrutar de una vida plena, la prueba de ello es que cualquier gorrión o cualquier lagartija consiguen vivir plenamente, conservar la salud, tener descendencia sana y conseguir el alimento adecuado sin haber leído nunca un libro ni haber pasado ningún examen.

Los problemas no vienen por falta de inteligencia, sino por no usar correctamente la inteligencia de la que se dispone en las decisiones importantes que hay que tomar en la vida.

Empecemos analizando los motivos (defectos ancestrales humanos) más habituales que empujan a las personas a dejar de usar su inteligencia, usar incorrectamente su razonamiento y hacer caso omiso a su sentido común.

LA PEREZA

Cuando alguien se ve obligado a tomar una decisión sobre un tema que no domina, tiene dos opciones:

1 – Informarse concienzudamente sobre el asunto, comprobando las cosas por sí mismo y sin fiarse de nadie, hasta tener la información suficiente para poder tomar la decisión con conocimiento de causa.

2 – Fiarse de otra persona delegando la decisión de temas importantes a desconocidos cuyo único mérito es tener un título colgado en la pared que acredita que fueron capaces de memorizar unos temas inútiles y aprobar un examen.

Se puede apostar sin miedo a perder que el 99.99% de la gente escogerá la opción 2, pues sólo el pensar en el esfuerzo que tendrían que hacer si eligen la 1, les empuja a escoger la 2 sin medir las consecuencias de su decisión, que en algunos casos puede ser la muerte. Como ejemplos de gente que muere por delegar una decisión importante nos pueden servir el aceptar un diagnóstico de cáncer o fiarse de un test de VIH.

Cuando una persona inteligente comprende que la pereza le puede matar, como se ha expuesto en los ejemplos anteriores, si realmente es inteligente no volverá a ser perezoso ni indolente cuando tenga que tomar decisiones sobre temas importantes.

LA DEBILIDAD

La debilidad es el único defecto que ha sido implantado en la especie humana y que no viene de fábrica. Para comprender mejor el tema lo ideal es leerse el siguiente artículo: La debilidad

EL MIEDO

El miedo mata. A lo único que se tendría que temer es a caer presa del pánico y tomar decisiones poco inteligentes que no resisten el más mínimo razonamiento lógico.

He visto a muchas personas con diagnósticos de cáncer muy poco fiables, someterse a quimioterapia sin esperar unas semanas hasta investigar si realmente hay alguna evidencia científica de que la quimio haya curado alguna vez algún cáncer. Desgraciadamente para ellos no existen pruebas científicas de que la quimio ha servido alguna vez para algo, salvo para destrozar el sistema inmunitario y producir nuevos y verdaderos cánceres.

Teniendo en cuenta que una buena parte de ellos no tenían cáncer, quiere decir que los que murieron durante el tratamiento, aunque en las estadísticas constan como muertos por cáncer, realmente los mató la quimioterapia. Si seguimos analizando la raíz del problema, como se sometieron a la quimio sin la menor comprobación razonada e inteligente de que les podría ayudar, tenemos que admitir que lo que realmente les mató fue dejarse llevar por el pánico y la prisa, y someterse a tratamientos muy peligrosos y muy agresivos sin haber contrastado antes su eficacia.

LA GULA

Dicen que la fruta engorda, y a los que no les gusta la fruta se lo creen sin comprobarlo. No se molestan en estar una semana comiendo sólo fruta y ver que han perdido kilos, han ganado energía y vitalidad, han mejorado su salud, y les han desaparecido los síntomas de la próstata o la infección de orina que tenían.

La mayoría de las personas no quieren saber la verdad de las cosas. Prefieren creer al primero que les diga lo que quieren oír, sin molestarse en comprobarlo.

En una encuesta hecha en la calle preguntaban a la gente si sabían de qué estaban hechas las salchichas. Y una de las respuestas me gustó mucho porque reflejaba el sentir general, aunque los demás no se atrevían a decirlo.

La respuesta de un viandante fue la siguiente: no sé de qué están hechas y no quiero que me lo diga, pues me gustan mucho y quiero seguir comiéndolas. El sabía perfectamente que la composición de las salchichas era vomitivo, pero anteponía su gula a su sentido común para seguir regalando su paladar con productos que le proporcionarían unos pocos minutos de satisfacción a cambio de interminables años de enfermedad y sufrimiento.

EL ESTRÉS

Es difícil encontrar una actitud más funesta, inútil y peligrosa que el estrés. No hay ninguna excusa para vivir con estrés. La única forma de mantenerlo es renunciar al menor atisbo de inteligencia y razonamiento lógico. Es una actitud masoquista y suicida que hace daño al propio individuo y a los que le rodean, sin la más mínima probabilidad de beneficiar a nadie.

Recomiendo leer el siguiente artículo en el que se explican los fundamentos científicos de cómo el estrés te destroza la vida y la salud. El estrés enferma, paraliza y atonta

LA AVARICIA

La avaricia es muy parecida a la gula, con la sola diferencia de que en la gula se renuncia al razonamiento a cambio de satisfacer al paladar, y en la avaricia se desoye al sentido común queriendo creer que se materializará el cuento de la lechera.

Nadie regala nada, y mucho menos ganancias fáciles y rápidas. La mayoría de las propuestas que se le hacen al público para ganar más dinero del habitual, esconden riesgos muy altos que la gente se esfuerza en no querer conocer.

Personalmente estuve alertando durante años del timo de las preferentes, y no creo que me hicieran caso ni media docena de personas. Iban cegados con una alta rentabilidad, mientras el del banco les decía que eran igual de seguras que un plazo fijo.

La avaricia les impedía valorar mis argumentos y razonar con coherencia si el riesgo que asumían era proporcional a los beneficios que les prometían. Con el mayor descaro el contrato decía que si la entidad financiera no tenía beneficios, dejarían de pagar los intereses, pero eso no preocupaba a nadie hasta que se hizo realidad.

LA SOBERBIA

El mayor problema de la soberbia es que lleva adosada la ignorancia como una lapa. Alguien que cree que ya sabe, no deja ningún resquicio abierto para poder aprender sobre cualquier tema.

Para empeorar las cosas, cuando empiezan a llegar las consecuencias de sus malas decisiones, nunca admiten su culpa o su ignorancia, se dedican a buscar cualquier teoría, por peregrina que sea, que les exculpe de sus errores.

Desgraciadamente, en el reparto de felicidad o sufrimiento no se admiten recomendaciones ni excusas. La naturaleza pasa factura por todos los errores, y nada ni nadie te puede eximir de pagarla.

Ningún maestro, mesías, filósofo o iluminado ha podido impedir nunca que los ignorantes sufran. Cada causa lleva su efecto grabado a fuego y nadie podrá evitar sus consecuencias.

EL APEGO

Mucha gente confunde el apego con el amor, cuando es justo lo contrario. Pongamos un ejemplo:

Unos padres le ofrecen a un niño pequeño una fruta para merendar, pero el niño lo rechaza y dice que quiere unos pastelitos.

Si los padres anteponen el amor por su hijo, se mantendrán firmes y le darán la fruta sin dejarle otra elección.

Si la relación de los padres y el niño es de apego, buscando la aprobación del niño y queriendo comprar su cariño, cederán a su capricho y le darán los pastelitos.

La actitud amorosa de los padres provocará en el niño una breve rabieta seguida de muchos años de salud y bienestar. En cambio, el apego producirá una satisfacción pasajera seguida de sufrimiento.

LA IRRESPONSABILIDAD

Hace varias décadas que no se educa a los jóvenes en casi ningún país del mundo.

Los padres y las autoridades se limitan a abastecer las necesidades de los menores, y en vez de educar en unos principios y valores humanos, se les ofrece un catálogo de caprichos para que puedan elegir. En muchos casos, los padres adoptan una actitud servil con los hijos, y en vez de ejercer autoridad sobre ellos pasan a ser sus criados, dispuestos a satisfacer todas sus ocurrencias.

Como es natural, cualquier persona que durante 30 años ha conseguido todo lo que ha pedido sin tener que hacer ningún esfuerzo ni cargar con las consecuencias de sus errores, se acostumbra a la confortante comodidad de ser un irresponsable.

Cuando empiezan a surgir las nefastas consecuencias de sus malas decisiones, y son tan graves que sus padres no se las pueden solucionar, el niño de 30 años hace cualquier cosa menos asumir la responsabilidad de su vida y empezar a tomar decisiones.

Inmediatamente, el niño con vello en los genitales busca a cualquiera en quien pueda delegar las decisiones importantes de su vida, sin importarle si la persona en la que va a delegar las decisiones con las que se va a jugar su propia vida, está interesado en ayudarle o meramente acepta el encargo para ganar dinero.

Este niño con cuerpo de adulto, que durante toda su vida ha vivido en la confortante seguridad del útero materno, prefiere arriesgarse a morir con las decisiones de otro, que coger las riendas de su vida y asumir las responsabilidades que conlleva el llegar a ser adulto.

El desastre completo llega cuando el niño grande e irresponsable tiene hijos y, para empeorar las cosas, las autoridades docentes, políticas, jurídicas y legislativas están compuestas también por niños grandes e irresponsables. Es lógico que cuando el grueso de la población está formada por niños grandes e irresponsables elijan a sus iguales para que les representen.

La mejor forma de conocer los devastadores resultados de la educación impartida por la nueva generación de niños grandes e irresponsables, es escuchando unas cuantas conversaciones entre chavales de hoy en día de 12 a 14 años.

Sus diversiones son ir de botellón, fumar porros, comer hamburguesas y matar marcianitos en los juegos on-line.

No entienden la mitad de lo que leen, y su vocabulario utiliza menos del 1% de las palabras que forman el rico idioma español.

En cada frase meten algún taco, pues eso es lo que está de moda porque lo hacen en todas las series de la tele. Hablan de los mayores en términos peyorativos y no conocen el respeto ni el agradecimiento. Esto último es bastante lógico, pues sus educadores no se han ganado el respeto ni han hecho nada por ellos que haya que agradecer.
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Hace 50 años cualquier adicto a las drogas era un apestado social, que era rechazado sistemáticamente por el 95% de la juventud. Era una amistad peligrosa que era conveniente mantener a mucha distancia. Hoy en día cualquier joven que no consuma alcohol, ni drogas, utilice su inteligencia, disfrute con la literatura o la poesía, y al hablar utilice un buen porcentaje del rico vocabulario del idioma español, se ha convertido en un apestado social igual que el adicto de antaño.

EL RAZONAMIENTO, SUS VENTAJAS Y SUS TREMENDOS PELIGROS

He guardado para el último el más grave de todos los defectos de la especie humana: el razonamiento.

Al aplicar el razonamiento, cosa que los animales no pueden hacer, los humanos pueden elegir entre el bien y el mal. Pero, asediados por sus vicios, y sin la fuerza de voluntad suficiente para despojarse de sus defectos ancestrales, los únicos bípedos que pueden razonar normalmente escogen el mal.

A los animales se les pone la etiqueta de irracionales, precisamente porque no nacen con el defecto de poder razonar. Debido a ello no tienen ni vicios ni defectos y siempre actúan correctamente. Lógicamente, hablo de los animales salvajes que han nacido y viven en libertad. Si a una gacela la privas de su alimento natural y sólo tiene a su alcance un trozo de carne para comer, muere de hambre sin probar la carne.

El razonamiento es un arma de doble filo. Empleando el razonamiento se puede seleccionar la semilla de las naranjas más dulces y las sandias más gordas, se pueden componer las más sublimes sinfonías o pintar el techo de la Capilla Sixtina, pero también se pueden inventar armas nucleares y hacer campañas de propaganda en la tele para que la gente vaya en masa a vacunar a sus hijos. Por tanto, lo primero que habría que enseñarle a un niño que empieza a razonar, son los peligros del posible mal uso de la potente arma del razonamiento.

El principal problema del razonamiento es que la especie humana no ha llegado a razonar por una evolución natural. Para ello se hubieran necesitado muchos millones de años. La especie humana ha empezado a razonar a causa de alguna mutación o, lo que es más probable, a través de una manipulación genética. La Biblia nos da pistas de este suceso cuando nos cuenta que Adán y Eva fueron expulsados del paraíso por comer del fruto del árbol del bien y del mal. Se dieron cuenta que estaban desnudos, etc. O sea, que por accidente o por manipulación genética, unos seres que no razonaban empezaron a razonar.

Por lo que podemos concluir que lo que ha venido en llamarse el pecado original no es otra cosa que el defecto de razonar, que ha traído la desdicha a la especie humana desde entonces. El mayor problema es que bautizando a los niños no se les quita ese pecado original, y siguen razonando como si nada. También podemos leer en la Biblia que a partir de ese hecho tendrían que ganar el pan con el sudor de la frente, tendrían dolores en el parto, sufrimiento y enfermedades. Un pronóstico perfecto del compendio de problemas que genera el mal uso del razonamiento. Eso quiere decir que el que escribió eso conocía muy bien las consecuencias de otorgar el poder de razonar a unos seres que no tenían ni idea del lío en el que les habían metido.

Que cualquier persona pueda razonar es igual de peligroso que dejar una ametralladora cargada y con el seguro quitado en manos de un niño de tres años. Si hacemos eso 100 veces, ni una sola vez de las 100 ocurrirá nada bueno, útil o interesante. En cambio, algunas de esas veces ocurrirán accidentes graves, algunos de ellos mortales.

Como se ve en el ejemplo anterior, el problema estriba en dar un poder muy grande a un niño que, además de no saber usarlo, no es consciente de los peligros que encierra ni el daño que puede hacerse a él mismo o a los demás.

Con el razonamiento de la especie humana ha pasado lo mismo: como no se ha conseguido de una forma progresiva a través de millones de años por evolución, sino que ha llegado de repente y sin ningún conocimiento sobre sus ventajas e inconvenientes, el mal uso y sus funestas consecuencias están aseguradas de antemano.

El otro gran problema es que todos los seres humanos disponen de la potente arma del razonamiento, pero a la mayoría de ellos no se les ha inculcado una escala de valores ni han sido educados en la ética más elemental. Por tanto, no disponen de ningún freno ni filtro que garantice que el uso que le darán al gran potencial que disponen para hacer el mal respetará los valores humanos más elementales, la supervivencia de la vida sobre el planeta o el derecho de los recién nacidos a no ser envenenados.

Un razonamiento se parece mucho a una cadena. Cada eslabón es un pensamiento diferente, y al unirlos todos, la cadena alcanza un significado diferente a cada uno de los eslabones (pensamientos) por separado. El acto de razonar (enganchar varios eslabones y formar una cadena) produce un resultado que muchas veces no tiene nada que ver con los pensamientos individuales que lo forman. Y al igual que una cadena, el razonamiento siempre se rompe por el eslabón más débil. Por tanto, hay que ser muy meticuloso al escoger cada uno de los eslabones que van a formar la cadena, pues si uno de ellos fuera falso, el resultado de ese razonamiento podría ser muy peligroso.

El problema de un razonamiento con un eslabón defectuoso es que, al estar convencidos de la verdad de cada uno de los componentes del razonamiento, tendemos a otorgarle mucha fiabilidad a las conclusiones del razonamiento, pero si uno de los eslabones es falso, las consecuencias nos explotarán en la cara.

Otro problema muy común es que la mayoría de la gente tiende a razonar en primer grado por pereza. Ejemplo: todo el mundo ve lógico que cuanto más dinero se destine a la sanidad de un país, mejor será la salud de sus ciudadanos. Falso. Si la mayor parte del dinero se destina a comprar venenos caros y mortíferos, cuanto mayor sea el presupuesto más empeorará la salud nacional.

En el ejemplo anterior nos damos cuenta de que, antes de aceptar un razonamiento como válido, y sin olvidar el gran potencial para hacer el mal que tiene cualquier razonamiento, tenemos que estar seguros que cada uno de los eslabones (pensamientos) que componen la cadena son muy fiables, pues con uno solo de ellos que sea falso, las conclusiones o resultados del razonamiento podrían ser exactamente los contrarios de los que se había pensado.

Si queremos utilizar y conseguir el enorme potencial del razonamiento para mejorar la vida sobre el planeta, tenemos que asegurarnos de que en una larga cadena de eslabones de acero no nos hayan colado uno de chocolate, pues las consecuencias podrían ser catastróficas.

CONCLUSIÓN FINAL

Si se hacen las cosas bien, se usa la inteligencia en los asuntos importantes, se comprueba la fiabilidad de cada uno de los eslabones de los razonamientos, se comprenden hasta sus últimas consecuencias los peligros de los vicios y los defectos habituales, y se vive de una manera ética y respetuosa con la vida en el planeta, se obtiene una vida plena, dichosa y longeva.

Si se hacen las cosas mal, la naturaleza nos avisa con la enfermedad y el dolor. Si se persiste en el error, nos va limitando las funciones y cada vez podemos hacer menos cosas, y si la ignorancia, la pereza o la cabezonería no nos permiten enderezar el rumbo, la naturaleza nos pasa la factura final que consiste en una muerte dolorosa y prematura.
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Este es uno de los temas interminables, pues por cada respuesta que se ofrece se abren diez preguntas.

Se podrían escribir tres tomos sobre el tema, pero sería un trabajo estéril, pues lo que necesitan esa información nunca leerían esos tres tomos, y además seguirían sin querer entenderlos.

Lo mejor y más útil será que cada caso particular se discuta en los comentarios.
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