Más conexiones entre las vacunas y el autismo

Harris Coulter, director del Center for Empirical Medicine en Washington, D.C., e historiador cuyos muchos libros han reseñado la evolución de la ortodoxia médica en los Estados Unidos, ha hecho el cargo inicial que mucho del autismo fue causado por la administración en la niñez temprana de la vacuna contra la tos ferina de célula completa.

En dos libros (DPT: «A Shot in the Dark», por Harris Coulter y Barbara Fisher, publicado por Harcourt Brace Jovanovich en 1985 y «Vaccination, Social Violence, and Criminality», publicado en 1990 por Nort Atlantic Books), Coulter ha reunido importante y abrumadora evidencia circunstancial en contra de la vacuna anti tosferínica y ha clamado por la realización de estudios para esclarecer su relación causal con el autismo inducido por encefalitis, el daño cerebral y la muerte por apnea (paro respiratorio) conocido comunmente como SIDS.

Atacado por las compañías farmacúticas y por grandes segmentos de la comunidad médica como alarmista y prejuiciado contra las compañías farmaceúticas, Coulter sin embargo ha cautivado persuasivamente la atención de algunos especialistas en autismo tales como el Dr. Bernard Rimmland, además de haber elevado un tipo de alerta crítica de ciertos padres preocupados.

Su cargo ha generado también una explicación a la mayor incidencia del autismo en los varones por su desarrollo más lento que las niñas, siendo por tanto sus cerebros más vulnerables a las edades en las que la inoculación DPT normalmente se lleva a cabo. También por ello se explica por qué ciertos países como Japón o el Reino Unido, presentan menos incidencia de autismo, pues sus campañas de vacunación son más tardías y en Inglaterra la vacuna antitosferina, aunque común, sigue siendo enteramente electiva. En caso de niños con alergias, sobretodo a la leche, los efectos de la vacuna DPT son aún más pronunciados.

En su presentación más básica, el argumento de Coulter se compone de tres argumentos factuales relacionados:

La bacteria de la tos ferina se sabe que causa una inflamación cerebral, la cual a veces ocasiona daños difusos, indiscriminados y permanentes; las vacunas contra muchos tipos de bacterias se sabe provocan inflamación cerebral y no fue hasta 1992 en que se introdujo en los Estados Unidos una vacuna antitosferínica aparentemente más segura basada en medias células y no células completas de la bacteria causante de la tos ferina. Por consiguiente, no es un salto sin precaución concluir que por muchos años la vacuna DPT ha causado mucho daño cerebral e incapacidad permanente. Y aunque las campañas de vacunación no son responsables de todas las incapacidades y males sociales, contribuyen substantivamente a su incremento.

Fuente bibliográfica: «Out of Silence», an autistic boy’s journey into language and communication, by Russell Martin. Penguin Books 1995, ISBN 0 14 02.4701 7

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  1. noviembre 18, 2014

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  2. febrero 13, 2019

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